miércoles, 20 de agosto de 2008

He caído bajo, muy bajo.


Siempre he mentido a todo el mundo. He culpado y he empezado a perder amigos, por no saber afrontar mis propios delitos. Dejar que temas inverosímiles hagan creer a los demás que para ti son importantes te carcome por dentro, créeme. Y ya no se que hacer. Me miro al espejo y no me reconozco, han pasado tantas cosas en tan pocos años, he pasado tantas penurias en tan poco tiempo; descubrir cómo puedes llegar a ser, con la incertidumbre diaria de si hoy será el día donde aparecerá la parte pútrida de tu ser, es agotador. Intentas que salga, alguna vez, para por fin acabar de una vez por todas contigo mismo. Pero nunca aparece. En cambio, en los momentos de olvidar, cuando la felicidad irradiada de tu persona puede alegrar a los demás, en aquellos instantes, llega como una idea lejana, que aparece de la nada y te marea hasta hacerte perder el equilibro.

Parece que aunque nunca salga a flote, siempre se encuentra en la capa más superficial del subconsciente. Y me mata, me mata muy, muy lentamente, la idea de que algún día, tendré que matarme para poder rienda suelta a mi alma, y dejar la tierra que destruye mi persona, la que acaba con todo lo que poseo, la que antes era rica para sembrar, y ahora se ha vuelto viscosa incluso, para caminar por ella; para poder así, quizás, vivir feliz en otro lugar.

Siento que muero en cada aliento. Cada respiración dada parece que arranca una porción de mi alma. Siento tantas cosas, y a la vez me gustaría sentir tantas otras. Cada momento que vivo, siento que sea uno menos por vivir, y no una experiencia por repetir; y esto no me ayuda nada, a intentar vivir en armonía.

Desearía poder decir tantas cosas al mismo tiempo, tener mil verbos y que todos dijeran algo distinto. Poder expresar los sentimientos sin tener que decir ninguna palabra, explorar los rincones más inhóspitos de la psique, acabar con todos aquellos malos tragos que te han amargado en algún momento dado, pero guardándote la experiencia que te han aportado. Te gustaría tanto expresar lo que sientes con una sola mirada; que el mundo fuera color de sentimiento, y no un sufrimiento vivir uno de ellos.

Vive en paz, me dijeron, vive sin pensar, pienso y deseo.